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Acampar 1998

En la primavera de mil novecientos noventa y ocho, mi esposa y yo decidimos ir de campamento con nuestros hijos. Compramos una caravana de segunda mano y nos dirigimos al camping de StOedenrode, un auténtico paraíso para los niños pequeños. El primer fin de semana empezó muy bien, había muchas familias con niños jugando. Fue muy bueno y muy divertido allí. El tiempo pasó rápido y pareció volar. Entonces ese primer fin de semana casi había terminado y era hora de volver a casa. Todas las otras familias ya habían cerrado sus tiendas de campaña y sus caravanas y luego se despidieron de nosotros con saludos como ' Hasta el próximo fin de semana' o 'Hasta pronto'. Ahora éramos la única familia todavía presente en nuestro campo de acampada. Con la salida de los últimos coches con familias, el sonido de los niños jugando también desapareció, ahora reinaba el silencio en el campo de acampada. Acampar aquí de nuevo el próximo fin de semana, sí, ciertamente teníamos muchas ganas de hacerlo. Pero ya llegó el momento de volver a casa, primero tomar las medidas para un toldo que íbamos a comprar. Paul, el mayor de dos años, estaba sentado en medio de nuestro campo de acampada en el columpio infantil y Bart, el más pequeño en ese momento, ya dormía en el cochecito. Después de medir la circunferencia de la caravana quisimos salir para volver a casa pero, como por arte de magia, Paul había desaparecido. Un columpio vacío, ¿dónde estaba él? Nosotros le llamamos su nombre para que viniera y pudiéramos irnos a casa pero no pasó nada, solo hubo silencio. Llamamos su nombre un poco más fuerte, no hubo respuesta, nada, ningún sonido otra vez. Llamamos más fuerte su nombre, otra vez nada. Los silencios entre el llamar de su nombre se volvieron cada vez más desagradable y nuestros llamados poco a poco se fueron convirtiendo en gritos. La gente vino a ver lo que estaba pasando y también comenzaron a buscar. Cada vez vinieron más personas para ayudar buscando, uno de ellos llamó a la policía y poco después los agentes de policía también estaban ayudando en la búsqueda. Otra vez ese horrible silencio entre llamar su nombre. La preocupación creció, ya había buscado todos los lugares del camping y volví a ese columpio donde fue visto por última vez. ¿Dónde podría estar él? Escuché algo. ¿Qué fue eso? Fue una cremallera de una de las tiendas de campaña abandonadas, miré en la dirección del sonido y vi una lona de tienda campaña moverse y como si nada hubiera pasado el pequeño Paul salió gateando. Ese mismo día, antes, había estado sentado en esa tienda campaña jugando con los juguetes de su nuevo compañero de juego y en el columpio había pensado que podría volver a hacer lo mismo. Justo cuando mi esposa y yo estábamos a medir nuestra caravana, él sin ser visto, se metió bajo la lona de esa tienda para entrar y jugó con los juguetes en esa tienda y no tenía idea de lo que estaba pasando afuera.

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